jueves, 23 de febrero de 2017

PROGRAMA EDUCATIVO NUESTRAS HUACAS: JUEVES 23 FEBRERO COLECTIVO COLLI BRINDA CAPACITACION PARA MAESTROS EN PUENTE PIEDRA



PROGRAMA EDUCATIVO NUESTRAS HUACAS: MIERCOLES 22 FEBRERO COLECTIVO COLLI BRINDA CAPACITACION PARA MAESTROS EN COMAS


DOCUMENTOS: CARABAYLLO: GENESIS DE LIMA NORTE, LA REIVINDICACIÓN DE UN DISTRITO HISTÓRICO

Autores del libro: (izq.) Santiago Tacunán y (der.) Edgar Quispe
Con motivo del 441 aniversario de fundación española del distrito de Carabayllo, se publicó el libro “Carabayllo, Génesis de Lima Norte, la reivindicación de un distrito histórico”, de los historiadores Edgar Quispe Pastrana y Santiago Tácunan Bonifacio, profesores de la UCSS, quienes gracias a una exhaustiva investigación muestran la historia general del distrito matriz de Lima Norte. 
A continuación compartimos el prólogo de la obra escrito por el profesor Dr. José Antonio Benito Rodríguez, director del CEPAC.



PRÓLOGO
Carabayllo despertó a la vida de la mano de la historia. Los autores de la presente monografía lo han conseguido. Carabayllo logró su DNI en el mundo académico y ojalá lo logre en el corazón de los carabayanos. Estampemos para empezar sus bellas etimologías rescatadas: “ayllu agostado” (Tauro del Pino), “ayllu de los llameros” (Marco Ferrel), “buen pasto o prado verde” (D. González Holguín) o “gente de tez clara”. Tras ubicarnos en su medio ambiente y aproximarnos a su geografía (física, humana y económica), se nos presentan las etapas más importantes de su historia, deteniéndose con particular interés en el señorío Colli y en las haciendas de Cautivilla y Punchauca. La segunda parte estudia el periodo republicano y actual, centrándose en su organización institucional, su identidad cultural (etimología, leyendas, tradiciones, costumbres, poesías y canciones), y las potencialidades económicas. Por último, se lanzan interesantes propuestas culturales para afianzar su rol en el desarrollo integral de Lima y del Perú. Todo ello con nombres y apellidos –Colli Capac, Francisco Yauyi, Catalina Gualda, Sacllapatan Choque Chongo, Juan Anaquivi … en el siglo XVI o Héctor Romero, Modesta Vargas, Lupe Bohórquez Gomero… en el siglo XXI. Y tratados, no como islotes sino como miembros de un cuerpo, como sociedades que han dejado huella (arqueológica, monumental, etnográfica, vital).
Al leer esta monografía, he sentido las palabras de Víctor Andrés Belaunde, en su discurso de ingreso a la Academia Nacional de la Historia en 1908, cuando define la Historia como “una liberación” puesto que “presenta a nuestra razón lo que amorfo e inexpresivo vivía en las secretas inclinaciones trasmitidas por las ligaduras que nos unían a las viejas tendencias y a los viejos hábitos” y nos sirve “para afirmar en los pueblos su conciencia nacional; para darles la verdadera libertad en su desenvolvimiento, exonerándolos de la fuerza ciega del pasado, para darles las tradiciones de que deben nacer sus ideales y la orientación de su vida futura”. El Cono Norte puede ser una yuxtaposición amorfa de gente desarraigada o puede convertirse en un pueblo con una misión y una visión. Éste es el gran aporte de la presente obra: ayudar a mirar hacia la memoria común, estimular a la creación de una conciencia ciudadana y solidaria que pasa por el reconocimiento de una identidad.
Jorge Basadre, maestro de historiadores, y en cuyo centenario nos encontramos, echaba de menos “una historia del Perú sana y amplia que suscite cariño a la tierra y al hombre peruano de todas las regiones, que suministre o prepare para suministrar una visión orgánica de la formación del país al través del tiempo y de su significado en el mundo y que despierte la conciencia acerca de la común tarea de un destino mejor”. Por su parte, Pablo Macera destacaba en los historiadores R.Porras, J.Basadre, J. G. Leguía y L.E. Valcárcel, su dedicación a la Historia de manera exclusiva y especializada, con mayor aproximación a lo social, avance en el rigor del tratamiento de las fuentes y síntesis más amplias, concretando sus aportes en 5 apartados: Conciliar la experiencia histórica peruana con el pensamiento político europeo contemporáneo; valorar la influencia de la economía en la historia; ajustar el pasado peruano para la resolución de los problemas actuales; reasumir la divulgación de los hallazgos historiográficos y reanalizar críticamente los conocimientos históricos adquiridos de la mano de las fuentes y métodos.
Puedo afirmar –tras una rápida lectura de la presente obra- que sus autores, Edad Quispe y Santiago Tácunan, responden a cabalidad a las exigencias señaladas por los referidos peruanistas. La síntesis viviente peruana se nutre de miles de raíces culturales –todas las sangres- que nos obsequian con frutos sazonados en el aquí y ahora de nuestro existir. La vasta superficie del país, su densa metamorfosis histórica, ha confinado al olvido lugares y personas relevantes que buscan su propia identidad en el rico patrimonio andino. Es el caso de pueblos serranos como Candarave (Tacna) al que hace 10 años pude dedicar una monografía, o Carabayllo, a quien sólo se conoce por ruinas de sus haciendas como Punchauca o de templos célebres como el del municipio de Carabayllo o por la implantación de recientes megamercados como el TOTUS.
En la presente monografía se nos ofrece abundante material procedente tanto de archivos y bibliotecas (Biblioteca Nacional, Biblioteca Central de San Marcos, Instituto Riva Agüero, Archivo General de la Nación, Archivo de Registro Público de Lima y Callo, Archivo General del Congreso, Archivo Arzobispal de Lima, Archivo Histórico de San Marcos) como de observaciones directas, informaciones orales y vivencias de los propios autores. Sin apurar el análisis historiográfico, que se deja para futuros estudiosos, se ofrecen numerosas pistas para la construcción de la historia carabaillense, especialmente la del siglo XX. La profusión de ilustraciones y cuadros estadísticos, los valiosos anexos documentales y la abundante bibliografía, suman en total más de 400 páginas que convierten la obra en una verdadera enciclopedia de Carabayllo. Basta con asomarse al índice para constatar su amplitud. Espigo solamente alguno de sus contenidos: los pisos ecológicos, el periodo formativo en el Chillón, los Chavín, la cultura Lima, el señorío Colli y la fortaleza de Collique, las parcialidades en el Valle (Carabayllo, Comas, Huancayo, Maca, Misay, Guaravi, Quivi), la reducción y la parroquia de San Pedro, las haciendas (Punchauca, Cautivilla, Concon, Huacoy), el ferrocarril Lima-Ancón-Chancay, el distrito a partir de 1961 (población, economía, educación –sin olvidar nuestra Universidad Católica Sedes Sapientiae-, salud, instituciones), potencialidades actuales, festividades, tradiciones orales y hasta “algunas propuestas para la formulación de un Plan de Desarrollo Integral).
Lima Norte va creciendo de forma imparable. Cuantos nos dedicamos a la historia, la cultura, nos encontrábamos sin fuentes ni recursos para conocer las raíces, la génesis, la historia de esta dinámica zona del septentrión limeño. Lo más difícil, abrir el sendero, roturar el camino, está conseguido de forma notable en la presente obra. El acopio de datos es mayúsculo; las fuentes, de primer orden.
Ahora, sin dejar de sorber nuevos manantiales como los proporcionados por los archivos parroquiales y municipales, hay que abrir apartados como el demográfico, dilatar horizontes y profundizar cuestiones. Me fijo en una: La presencia de la Iglesia en todos los campos: cultural, social, económico, espiritual. Víctor Andrés Belaunde nos ayuda: La ecuación entre cristianismo y cultura inspiró la importante obra del gran historiador belga Kurth y los sólidos estudios del P. Schnurer y debería reflejarse en las intuiciones geniales de Hilaire Belloc en su Europa y la fe y El Estado servil. Esta corriente de pensamiento culminará en C. Dawson, el Spengler católico. Su tesis de que la religión no es sólo un aspecto de la cultura sino su origen y esencia misma ha sido confirmada por Toynbee [...]Ha llegado el momento de que la juventud se aproxime con espíritu libre y abierto al panorama de nuestra evolución cultural y al de la crisis del mundo.
Carabayllo no se entiende sin la acción educadora de la Iglesia y la savia nueva aportada por el cristianismo, tanto en la evangelización fundante con los PP. Mercedarios y Santo Toribio, como en la actualidad, con los PP. Columbanos- entre otros- y Monseñor Lino Panizza. Además, como describe con gran lucidez Gustavo Gutiérrez: “no hay dos historias, una profana y otra sagrada ´yuxtapuestas´ o ´estrechamente ligadas´, sino un solo devenir humano asumido irreversiblemente por Cristo, Señor de la historia. Su obra redentora abarca todas las dimensiones de la existencia y la conduce a su pleno cumplimiento. La historia de la salvación es la entraña misma de la historia humana…hay una sola historia. Una historia cristofinalizada”. En la presente obra, se observa un gran esfuerzo por abrirse a la realidad total, pero -como suele suceder en toda primicia investigadora- de forma desigual y yuxtapuesta, necesitada de mayor cohesión y estructuración interna. Es el desafío de todo estudio de vanguardia y, al que estoy seguro, se responderá con creces en el futuro.
No me queda sino felicitar a los autores por su gran trabajo. Les agradezco por su gentileza de invitarme a prologar una obra de la que tanto he aprendido y les animo a que sigan obsequiándonos con su saber y su compromiso con nuestro querido y –ahora sí- comprendido Carabayllo.


DOCUMENTOS: LOS COLLEC DEL CHILLON. POR JORGE CARLOS ALVINO

Introducción

En el estado actual de las investigaciones sobre el pasado andino nos vemos involucrados en explicaciones que toman como fuentes los datos y materiales que han sobrevivido al tiempo y a diversas interpretaciones, casi siempre parciales. De esta manera el discurso narrativo de nuestra historia se encuentra en un proceso de recomposición y reinterpretación constante, siempre abasteciéndose de nuevos datos y asumiendo nuevas posturas propias del debate interdisciplinario.
Al igual que otros casos similares, el conocimiento sobre pasado prehispánico del valle bajo del Chillón se encuentra aún fragmentado y con grandes e inocultables vacíos. La acelerada pérdida de las evidencias físicas y documentales parece indicar que estos vacíos difícilmente serán clarificados. Sin embargo conviene avanzar con las limitaciones correspondientes considerando el potencial de las diferentes disciplinas avocadas al estudio histórico. Es así que este pequeño ensayo intenta exponer de manera sintética, una visión general, no sólo de un grupo humano, sino de los procesos sociales que pudieran estar presentándose en un lugar y momento determinado, en nuestro caso en el valle bajo del Chillón durante los períodos tardíos.

Los asentamientos tardíos en el valle bajo del Chillón. La evidencia arquitectónica y arqueológica.
El valle bajo del Chillón aún evidencia físicamente la presencia de complejos y especializados asentamientos de ocupación tardía (a juzgar por el material cerámico, textil, lítico y óseo encontrado en superficie) emplazados en distintas realidades geomórficas. De esta manera actualmente si bien es cierto, no existen mayores asentamientos tardíos extensos en el valle bajo y litoral (al menos de carácter poblacional), si es posible hallarlos en el encajonamiento del valle y en sus quebradas laterales.
De esta manera, a los precedentes asentamientos tempranos, como los de Buenavista, Pacaray, Chocas y Huacoy, los asentamientos tardíos aún existentes comparten algunas características con sus similares contemporáneos de los valles bajos de Chancay, Rímac y Lurín, principalmente la ocupación de áreas poblacionales en las quebradas laterales y las primeras cotas del inicio de los cerros en ambas márgenes del río Chillón. Los asentamientos de Macas, Trapiche, Zapán y Huachipuquio, se organizan por ejemplo cercanos a la desembocadura de grandes quebradas como la de Quilca, la cual salvando el paso de Huachoc, accede a la quebrada de Orcón y posteriormente al valle medio de Chancay, posibilitando probablemente una vía de comunicación muy utilizada en períodos tardíos.
Sin embargo, la evidencia arqueológica en estos lugares es de clara filiación Chancay, principalmente la cerámica conocida como Negro sobre Blanco (existiendo incluso formas como “cuchimilcos” en este estilo alfarero). Tanto Macas como Trapiche además comparten soluciones arquitectónicas de asentamientos en relieve y presencia de cementerios aislados en donde es abundante (y casi exclusiva) la cerámica y las evidencias funerarias (ajuares, deformaciones óseas, textiles) ya identificadas para esta sociedad del valle vecino. Lo mismo sucede para el material en superficie del sitio de Zapán. Sin embargo no esta clara aún la filiación del sitio de Huanchipuquio (en la margen izquierda) con edificios construidos con una técnica constructiva diferente (con roca y argamasa) y un organización sectorizada con edificios modestos, pero tipológicamente diferentes (depósitos rectangulares alineados, bancales, plazas, etc. Consideramos este asentamiento digno de asociarlo a una  población distinta a la Chancay o Tawantinsuyu. La abundante cerámica de formas utilitarias y de pasta marrón oscura, es evidentemente tardía.

La sociedad yunga Colli según la etnohistoria
Lo que se sabe de la sociedad Colli se debe a estudios etnohistóricos realizados principalmente por Rostworowski (1977, 1978, 2004), aunque también el asentamiento Colli denominado “Fortaleza de Collique” ha sido motivo de estudio por parte de Squier (1877), Middendorf (1893), Villar Córdova (1935), Horkheimer (1955), Ludeña (1972), Dillehay (1976) y Morales (1993). Territorialmente se propone que abarcó desde el valle bajo del río Chillón hasta un lugar llamado Chuquicoto (Rostworowski, 1977), cercano a la actual Santa Rosa de Quives. Políticamente, la sociedad Colli comprendía curacazgos menores, supeditados al Collicapac, el cual, aparentemente residía en el asentamiento de Collique.
Se ha considerado que el auge de los Colli fue en el Período Intermedio Tardío, aunque algunos establecen su origen en el Período Intermedio Temprano (200 a.C. – 650 d.C.), es decir durante la vigencia de la sociedad Lima. Como apoyo a esta propuesta Morales menciona que de acuerdo a sus excavaciones en el sitio de la “Fortaleza de Collique”, en este asentamiento existió una ocupación Lima (Morales, 1993). Durante este lapso de tiempo los Yungas habrían dominado a los Yauyos. La mitología rescata el enfrentamiento entre ellos, y menciona a sus respectivas deidades como Pariacaca para los Yauyos y Huallallo para los Yungas.

La organización social durante el Tawantinsuyu
Se ha propuesto a partir de documentos y fuentes escritas, la composición social del valle bajo del Chillón en el momento de la irrupción de la sociedad Tawantinsuyu, alrededor del año 1470 d.C. Principalmente el posible enfrentamiento entre los Colli y el ejército del Tawantinsuyu bajo dirección de Tupac Yupanqui. Esta propuesta etnohistórica explica la derrota de los Colli y la muerte del Collicapac, incluso el curaca yunga de Quivi, Chaume Caxa fue conducido preso al Cuzco, donde fue ejecutado por traición. La represión en Quivi fue sangrienta, siendo asesinados todos los hombres. El establecimiento de mitimaes en el valle fue inmediato. En la llamada “chaupiyunga”, la tierra mas apta para el cultivo de la coca, los administradores cuzqueños instalaron a los Yauyos y a los Chacllas, también los Canta recibieron amplias tierras. El Inca puso por señor a un yanacon yanayacu, quien formó una nueva dinastía además dividió el territorio en 10 pachacas, cada una con su curaca pachacamayoc. Esta explicación coincide con el manejo  político militar impuesto por el Tawantinsuyu en contexto de guerras y posterior estrategia de dominación territorial y control social.
Arqueológicamente, la presencia del Tawantinsuyu aún no se ha ratificado con investigaciones concluyentes, pero es innegable la existencia de asentamientos de probable función política y administrativa (a modo de hipótesis funcional) en el valle bajo del Chillón, por ejemplo en los sitios de Oquendo y cerro las Ánimas (en la margen izquierda), y Puente Inga y Tambo Inga (en la margen derecha), existiendo además un  camino doble y ligeramente elevado conocido como Capaq Ñam (o en este caso el llamado por los cronistas “camino de los llanos”), en un tramo de varios kilómetros entre Puente Piedra y el inicio del serpentín de Pasamayo.
En casi todos estos sitios la predominancia (con variantes) del uso del tapial y la organización espacial de escala monumental, además de la articulación territorial por medio de caminos y canales es evidente. Particularmente es importante destacar la presencia del gran edificio de Tambo Inga (al margen del nombre que posee), del cual se desprende de su análisis, las particularidades físicas que la asocian con edificios Tawantinsuyu existentes en otros valles de la costa, como el de Cancharí en Cañete, o el de Bandurria en Chancay, estos mismos emplazados sobre prominencias naturales y cercanos a grandes acequias prehispánicas, organizadas internamente con plataformas y recintos tripartitos y con nichos rectangulares. 
La presencia de estos asentamientos de articulación social podría significar una formalización de las relaciones entre valles vecinos, esta vez bajo administración quechua. La no existencia de llactas, o asentamientos poblacionales podría implicar que los anteriores poblados siguen en funcionamiento, y que los edificios tawantinsuyu no consideraron establecerse sobre los mismos, pues estos se proyectan sobre terrenos antes no utilizados pero propicios para una nueva especialización geopolítica del valle.

Los Colli en el Virreynato
El cronista Bernabé Cobo afirma que inmediato a la Ciudad de los Reyes, y junto a las reparticiones de Huatca, Armatambo y Lurigancho, existía la repartición de Carabaillo al norte de la ciudad capital, el cual se encontraba bajo el mando del “Cacique” de Collique. Posteriormente los Colli pasarían a integrar la encomienda de Domingo de la Presa y luego la de Francisco Manuel de Alcántara. Cuando el virrey Toledo aplicó las “Reducciones”, se establecieron en los pueblos de San Pedro de Carabaillo, Chuquitanta, Saullay, Sutca, Huancayo Alto y Macas.
Como observamos la documentación pareciera sostener la existencia en el siglo XVI de un contingente humano arraigado en el Chillón bajo y redistribuido en puntos para su mejor control (muchos de ellos de origen anterior al siglo XVI), pero no distingue el grado de vinculación cultural al interior de estas poblaciones, la cual podría ser muy diversa.

El complejo arquitectónico denominado “Fortaleza de Collique”
Este conjunto de edificaciones emplazadas sobre un cerro ha simbolizado durante mucho tiempo el carácter de la sociedad Colli, en el sentido de su resistencia y espíritu de independencia. El viajero George Squier la describe de manera muy ilustrativa: “Los dos muros exteriores junto a los dos de sostén de la entrada están hechos de piedras toscas, sin cemento; el tercero y último está hecho de piedras cuidadosamente asentadas en arcilla tenaz, tiene una altura de 4,3 metros y está alisado verticalmente. Después de pasar la cuarta pared, a la entrada llegamos a una extensa área llana, que he designado como la Plaza y que está rodeada parcialmente de terrazas revestidas de piedra; después de atravesarla llegamos a una empinada escalera, cortada principalmente en roca sólida, que lleva hasta la cima de la colina. Aquí se encuentran el terre-plein casi llano y sin piedras y la torre redonda o ciudadela”. (Squier, 1877).
La ocupación del Período Intermedio Temprano se ubica en el sector norte y se asocia a largos muros enlucidos en amarillo, en tanto que para el Período Horizonte Medio, solo se han hallado pocos fragmentos de cerámica del estilo Nievería. Es probablemente durante el Período Intermedio Tardío cuando probablemente se edificó la “Fortaleza de Collique”, la cual, arquitectónicamente, podemos dividirla de la siguiente forma:
Edificaciones defensivas
Representadas por una gran muralla que rodea todo el cerro; hacia el sur se ramifica y se vuelve a integrar en una hacia el noroeste. Cada muralla tiene accesos restringidos.
Edificaciones de almacenamiento
Son seis “colcas” de planta circular construidas sobre una plataforma semicircular de piedra canteada.
Edificaciones cívico-ceremoniales
Esta formado por gran plaza central. Algunas edificaciones laterales son rectangulares, de posible uso administrativo. Hacia el sur una plataforma pentagonal se asocia a un largo recinto rectangular.
Edificaciones habitacionales
Ubicadas al oeste del cerro y agrupadas en dos conjuntos de planimetría rectangular, separadas por pasajes y emplazadas sobre plataformas. Las paredes aún presentan enlucido amarillo.
Edificaciones de poder
Sobre la cúspide del cerro. Delimitada por una muralla, a la que se accede por un ingreso central, con escalinatas y altos muros de contención. El recinto principal mide 12 m. por 6 m. de lado.

A MODO DE CONCLUSIÓN
La compleja tipología de la llamada “Fortaleza de Collique” propone un análisis mayor a la simple explicación de una característica particular de un grupo social (sustentada arqueológica o etnohistóricamente), sobrepasa incluso una argumentación histórica respecto al advenimiento del Tawantinsuyu. La presencia física (muchas veces no arqueológicamente estudiada, ni publicada) de estos complejos en los valles de Huaura, Chancay y el Chillón proponen como parámetro de análisis, no solamente la situación social de un señorío en particular, sino quizá, la respuesta de las sociedades yunga tardías hacia realidades sociales que implicarían momentos de tensión y enfrentamiento recurrentes en el tiempo y que poseen como escenario el delta de deyección de los ríos y la expansión horizontal de los valles bajos que permiten la comunicación de norte a sur y viceversa. Por otro lado, las escalas monumentales de estos complejos, su emplazamiento sobre cerros cónicos cercanos relativamente al mar, la utilización de cercados geomórficos circulares, áreas y edificios de resguardo superior, el sistema constructivo, etc., los vincula a pesar de la distancia entre los valles mencionados. Nada dicen las crónicas respecto al funcionamiento de estos complejos, no fueron pues utilizadas por los administradores quechuas, ni consideradas al parecer dentro de la burocracia Tawantinsuyu que prefirió establecer nuevos centros de control como en Tambo Inga, por ejemplo.
De esta manera tanto la llamada “Fortaleza de Acaray” (valle de Huaura), la “Fortaleza de Pasamayo”, La Viña, Cerro Mascarín (Valle de Chancay), la “Fortaleza de Ancón” (Bahía de Ancón), y la “Fortaleza de Collique” junto a la de Cerro Pro (valle del Chillón), estarían sustentando la necesidad del imponer y defender un posicionamiento territorial, probablemente entre ellos mismos o enemigos comunes. Indudablemente antes que la intervención cuzqueña, la expansión Chimú es la única responsable de conflictos probables en estos valles, aunque este fenómeno evidentemente no ha sido abordado convenientemente (fuentes etnohistóricas mencionan incluso el alcance Chimú hasta Carabayllo).
Queda de esta manera abierta la posibilidad de que lo Colli sea (ante la falta de una delimitación de su supuesto corpus arqueológico material) una grupo social perteneciente a otro mayor, con relevancia en los períodos finales del Horizonte Tardío y por esto su frecuente mención en los documentos, pero arqueológicamente la presencia de material diagnóstico en el Chillón correspondiente a otras sociedades es casi concluyente, y se vincula (al menos para la margen derecha) con una marcad influencia Chancay.
Por otro lado los asentamientos en donde podrían establecerse un grupo diferenciado a los llamados Chancay o Ichsma, no han sido correctamente identificados o están tan destruidos que su análisis superficial no alcanza ningún indicador valuable. Una sociedad se establece en el tiempo y propone formas particulares de interrelación con el medio ambiente y otras sociedades, distinguiéndose esto en sus evidencias materiales, sin embargo la orientación y el sentido de muchas acciones humanas no dejan huella física, por esto la explicación cultural es siempre compleja y complicada, requiere de vincular sistemas diferentes de estudio, y principalmente, establecer y reconocer sus propias limitaciones. 

Bibliografía


  • MORALES, Daniel (1993). Compendio Histórico del Perú. Editorial Milla Batres. 670 p. Lima.

  • ROSTWOROWSKI, María (1977). Etnia y sociedad. IEP. 293 p. Lima.
  • SILVA, Jorge (1991). Patrones de poblamiento en el valle del río Chillón. FOMCIENCIAS. Lima.
  • SQUIER, George.(1974) [1877]. Un viaje por tierras incas. Crónica de una expedición arqueológica. UNMSM. Lima.


  • Por JorgeCarlos Alvino Loli 
    Arquitecto-Arqueólogo